Agua y jabón By Marta D. Riezu

Todo el rato fantaseaba con ser espectadora de una mesa redonda con Marta D. Riezu e Irene Vallejo como protagonistas. Sería un despliegue brutal de buenas ideas y buena bibliografía. Marta D. Riezu esta mañana me he cruzado con un vecino y me ha dicho con dios. está claro que no estoy en Madrid sino en el pueblo donde todo el mundo se saluda y si no te conocen te preguntan ¿ de quien eres tú? . paso a la tienda de la Conchi y pido la vez . tocan las campanas a mediodía, hoy no tañen a muerto. paso al mercao a por sandía y unas pilas de las normales para el transistor de la piscina. una señora sale de casa y se santigua y yo me acuerdo que, cuando se me caía el pan al suelo, me hacían darle un beso de vuelta porque era alimento del señor y de como estrenabamos ropa para semana santa. De ir de vacaciones durmiendo en la parte trasera del coche que se hacia más grande tumbando el asiento y vivir mareada todo el verano por culpa del aután. pago todo con calderilla y un billete de cinco porque aquí no se estila el datáfono ni hacer un Bizum y vuelvo a casa antes de que apriete la calor porque hay que planchar las sábanas aunque todos sepamos que la acometida que traen a esta vida es la de estar arrugadas.
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Marta D. Riezu escribe Agua y jabon como un manual de buenas costumbres que ella subtitula apuntes sobre elegancia involuntaria. yo no sé explicar qué es la elegancia pero si se parece a todo lo que ella expone en su libro que, dividido en tres partes, reúne #temperamentos, #objetos y #geografias creo que, al menos, el algún momento he podido rozar la elegancia con la punta de mis dedos. escribe sobre la familia, sobre la madre, sobre la comida, sobre las primeras casas donde uno vive, sobre las primeras salidas con amigos y viajes, sobre la enfermedad y los perfumes, la nostalgia y los lectores, de arquitectura, jardines y sauces llorones, que es mi árbol favorito. De Italia, Venezia y Brasil, de Zweig y Margarit. Sobre la necesidad de equivocarse y hacer un poco el ridículo. De lugares donde quisiéramos estar ahora mismo, a mi no se me ocurre ninguno mejor que el porche donde estoy sentada escribiendo esto y con un gato dormitando a mis pies.
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Memorias, libro de recuerdos, anecdotario, guía de escritores, artistas, museos, restaurantes, ciudades... es difícil hablar de un género literario a la hora de intentar encasillar #aguayjabon.
Creo que la mejor opción es leerlo y ensuciarlo lo que revelará el nivel de y satisfacción por el libro. yo tuve que forrarlo porque de lo contrario no habría llegado con el entero hasta el final. De mayor siempre he querido ser un gato pero ahora estoy segura que lo que quiero ser es este libro. Marta D. Riezu Libro un tanto juguetón y diferente. No se trata de una novela sino una serie de reflexiones de lo que la autora considera un tratado sobre el buen gusto en todos los órdenes: vestir, viajar, literatura, arte, saber estar, comida. Estaríamos ante un canon de lo que Marta Riezu considera de buen tono y también y a sensu contrario, de lo hortera y mediocre. Resulta entretenido porque la autora te hace posicionarte sin tu quererlo, se moja y opina sobre todo.

Sorprende también, que siendo una escritora relativamente joven, tenga tantas lecturas buenas (eso me parece incuestionable, tiene buen gusto para la literatura), y tantas opiniones sobre los cientos de cuestiones sobre las que opina en todas las categorías posibles, ahí no me pronuncio por desconocimiento sobre tantas experiencias y un bagaje cultural que parece  interesante. Sin embargo a veces resulta irregular el libro. La segunda parte en particular me resultó un tanto pretenciosa y contradictoria. Como base el libro pondera siempre lo sencillo, lo simple y de calidad,  frente a lo recargado, novedoso, barato y extravagante (el agua y jabón como indica el propio título),  pero que sin embargo entresaca todo un catálogo de marcas y referencias de todo tipo de zapatos, impermeables, perfumes y todo tipo de complementos y cachivaches poco accesibles económicamente para la mayoría. Ella misma dice que para todo ese buen gusto “hacen falta perras”, pero aun así denota un poco de clasismo. Entra a opinar hasta de vinos tras haberse definido como abstemia… y dice que sus amigos no la entienden, quien podría entenderlo.

Otro punto que me despistó un poco es ese afán que muestra por clasificar y etiquetar todo y sus opiniones un poco forzadas: a los que les gusta el queso y a los que no les gusta, opina sobre que se considere queso o pan a determinadas subespecies (vale, de acuerdo..), los amantes de los cítricos, de los gatos, etc y así hasta el infinito. Toda esa categorización por momentos me resultó un poco pesada. La última parte, un índice alfabético me pareció divertidísimo (p. ejem: la familia de Silvina Ocampo llevaba una vaca en sus travesías transoceánicas para tener leche fresca, o el torero Sánchez Mejías, aparte de cuñado de Joselito, amigo de Lorca y su famosa muerte en el ruedo, fue un dramaturgo de cierto interés).

Al final he llegado a la conclusión de que se trata de un buen libro; alguien pudiera caer en la tentación de considerarlo un libro pijo o pretencioso, o a la propia autora, pero me temo que no, que Marta Riezu busca un tono uniforme, un estilo muy claro y definido del cual no se sale. Sobre el fondo, ella misma en varias ocasiones se califica de origen humilde y la mayoría de sus gustos son humildes, pero aunque a veces entra en contradicción, tiene un buen gusto tanto en lo literario como en lo doméstico que puede a quien le parezca discutible o esnob, pero que en lo que se refiere al libro, que es de lo que se trata y sobre lo que escribo ahora, es una muy buena obra. Marta D. Riezu Hace no mucho, no recuerdo dónde, leí que un padre aconsejaba a su hija leer mucho, leer despacio y leer bien -¿En el Instagram de la propia Marta?-. Agua y jabón es un libro para leer muchas veces, doblar las esquinas de llevarlo en la mochila, acuchillar con etiquetas de colores, manchar con gotarrones de café (contra la pulcritud del título). Para leer con un gato peludo en el regazo, o en una cafetería sin que nadie nos espere en casa, o tumbado en el césped de una piscina -propia y sin distracciones-, pero no en la playa ni tampoco en el baño, ni entre bostezos antes de dormir. Para leer avispado, hacer que cada texto nos deje poso como los culos de las botellas de vino tinto, tener el móvil a mano para googlear las infinitas y buenas referencias que se dan (literatura, pintura, fotografía, arquitectura, cocina). Para aprender el arte del buen hacer, el buen decir, el buen vestir, el buen ver -que no mirar-, y acercarse uno como pueda a esa elegancia involuntaria. Marta D. Riezu Cada vez aguanto menos a los pijos militantes. La escritora se suma a cierta tradición ensayística anti moderna, vindicadora de los viejos, sólidos, valores de antaño que han sido olvidados, etc., Esa línea a menudo interesante que coge aliento en los últimos años al hilo de lo que hacen escritores como Trapiello, Bonet, Melero, etc.

Riezu no escribe mal, aunque tampoco especialmente bien, es muy periodística y como tal escoge buenas referencias y posee una cultura amplia y cuidada. Mi problema es con las ideas que defiende, la postura vital que recorre la mitad del libro que llevo. Es una visión elitista y de forma muy marcada servil con el privilegio, zalamera con los grandes nombres, con lo que refuerza un sentido común del mérito y la virtud que para mí pertenecen al enemigo.

En esto soy cada vez más combativo, porque en una situación de emergencia en tantos frentes me parece que buscar la tercera España o el refugio solariego es irresponsable y en el fondo contribuye al colapso en ciernes. Un ejemplo muy claro: Ese hombre, con su dedicación focalizada y discreta, hace más por la biodiversidad que cien zoquetes lanzando proclamas al aire. En esta cita está refiriéndose a un raro de la familia De Broglie, muy interesante por otra parte, que al haber heredado un fortunón se dedicó a crear un instituto de investigación del tomate. Magnífico mecenazgo, muy encomiable. Solo que para mí ponerse a hacerle el besamanos a las grandes fortunas en lugar de exigir una redistribución, y al mismo tiempo reducir el activismo ecologista y la actividad de la ciencia de base es repulsivo. Llamar zoquetes a todos esos curritos de clase media-baja a clase media que investigan con malas becas en laboratorios mal pagados, que tantean técnicas de permacultura en sus huertecillos de barrio, etc., o bien se organizan y salen a la calle a luchar por el cambio de modelo productivo, a llamar la atención sobre los ecocidios en marcha, etc., me parece infamante, deletéreo, destructivo. Lo peor es que lo hace desde su postura de admiración falta de crítica y lisonja hacia las clases altas, aquellas que configuran la mentalidad pija de clase media, una conciencia ante el mundo con la que cada vez tengo menos paciencia y que necesita mucha inteligencia detrás para ganarse mi respeto.

En esto me gusta recordar a uno de esos clásicos que sí que son relegados y tienen un potencial Büchner cuando dice aquello de paz a las chozas guerra a los palacios.

Conste que hay ricos, gente acomodada y por ende, en general, personas de derechas que logran hacer buenos libros. De ellos y ellas aprendo y a menudo lo agradezco (aunque no siempre reseñe, para no dar capital cultural a gente que ya lo tiene de sobra por otros lados), se me ocurren como ejemplo los autores arriba citados o los diarios de Ignacio Peyró que tengo a medias.

La cosa es que este libro de Riezu, aunque tiene un formato de miscelánea que me interesa y a veces descubro referencias interesantes (tiene sus pequeños hallazgos) está trufado de perogrulladas disfrazadas de sagacidad y en lo psicológico sus creencias le llevan a afirmaciones que directamente se alejan mucho de lo que sostiene el consenso científico. Un caso de banalidad profiterolada es cuando dice que ella no es nada cool porque de niña veía siempre cine de barrio con sus padres y entonces se pone a hilvanar todas esas películas de Martínez Soria etc. que llevan ya muchos años reivindicando los hipsters como una mina de oro de la cultura popular, piezas de orfebrería de la sensibilidad española en guión, actuaciones, etc
O, por ende, cuando menciona a Luis Ciges en esa lista de secundarios de los que la gente no recuerda el nombre y que son tan buenos.

En cuanto a cosas que me cabrearon desde el principio y que me parecen barbaridades q nivel humano, psicología victoriana nociva para la salud mental, el ejemplo más claro se encuentra en uno de los primeros párrafos en el que ensalza aquellos valores del siglo diecinueve que a ella le transmitieron de niña, como no hablar nunca de sentimientos con tus padres. A continuación dice que esa distancia patricia le enseña a una a estar para luego ser. ¿Ser qué? ¿De la buena sociedad los que saben estar?

Pues bien, y en resumen, a mí ese saber estar y saber ser tan aristocráticos me parecen remanentes de un antiguo régimen de familias bien a los que es mi deber o ponerles todas las guillotinas conceptuales que se encuentren a mano y alguna más que tendremos que diseñar. Hacen falta más filósofas plebeyas, contando desde abajo y en todas direcciones, aprendiendo de los clásicos pero también del mundo que estos dejaron fuera y del que ha surgido después, a la vez que sobran moralistas del buen gusto como esta, que escriben intentando convencer a la señora marquesa de que las contrate como maestras de caligrafía de sus hijos. Marta D. Riezu

Preguntaron a Cecil Beaton: ¿qué es la elegancia? Y respondió: agua y jabón. Que es lo mismo que decir: lo elegante es lo sencillo, lo útil, lo de toda la vida. La elegancia involuntaria se asocia al gesto generoso, a la alegría discreta, a la persona que aporta y apacigua.

El libro se divide en tres partes: «Temperamentos», «Objetos» y «Lugares». Un canon personal construido no como un refugio contra la vulgaridad –la vulgaridad puede ser maravillosa–, sino contra el sucedáneo. Completa el texto un suplemento de afinidades en forma de diccionario. El mundo de este libro es fragmentario, lento, de convivencia fácil. La barredura de nombres se puede leer aleatoriamente. No esperen emociones fuertes. Abrir por cualquier página, un rato de compañía, descubrir algo, ir a dar un paseo. Eso sería perfecto.

Agua y jabón habla del amor a las bibliotecas públicas, el humor barato, los mapas, la familia Cirlot, Paul Léautaud, el encanto imbatible de los pajarillos, el paseo errante, los hippies sospechosos, las viejas pastelerías, los trenes y los zepelines, Bruno Munari, Fleur Cowles, los viajes de novios de nuestros padres, la Venecia de Wagner, los perros cuentistas, comer fruta directamente del árbol, lo cursi y lo camp, el Rastro, Josep Pla, las manías, los tricornios, las mantas, Snoopy, barrer nuestro trozo de acera, Giorgio Morandi, Carlos Barral, Ricardo Bofill, el surf, la lana, el queso, los jardines.

Lo recogido en Agua y jabón es el resultado de una trayectoria intuitiva y desordenada. Hay lealtades antiguas y otras recientes. Hay, sobre todo, silencio, admiración, paciencia y predilección por la realidad más próxima. Agua y jabón

Entre la apabullante, sofisticada y maravillosa catarata de datos de Marta D. Riezu en ‘Agua y jabón’ me sorprende el siguiente texto:

“Llevar la vida elegante de Max Beerbohm, que Thomas Wolfe describió así: ‘Vive silencioso en Génova. Ve a poca gente, se sienta en la terraza y pinta un poco, pasea un poco, y de vez en cuando escribe un poco. Es vago y se esfuerza en no hacer mucho. A pesar de ello ha realizado cosas hermosas”.

Excepto por lo de pintar y por la última frase es tan mi verano de 2019…. Sin embargo, un poco antes, haciendo una lista de engendros que son desvíos en el camino de los grandes planes cita como ejemplo de cultura basura “esas postales relucientes de una próspera Torremolinos”. Y esto, sin embargo, es tan mi verano de 2021… Marta D. Riezu algo así como 3.6/3.7? no sé, la verdad es que me lo he zampado con patatas y hay mil referencias originales y divertidas. ella tiene una voz fresca e irreverente (me encanta en instagram), pero a veces hay cositas en las que me parece que patina. no se puede cubrir todo y gustar a todo el mundo, supongo, y al final el libro es lo que es (una recopilación de amores y obsesiones) pero hay algunos fragmentos que tienen un deje como neoconservador medio alarmante. dicho esto, me lo he pasado muy bien leyéndolo! y subrayo un montón de cosas para investigar cuando tenga un rato. Marta D. Riezu Snob, pedante, elitista a veces. Jugoso, inteligente, enriquecedor otras.

Leyéndolo a menudo me he preguntado si lo elegante irá siempre separado de la consciencia de clase. La autora hace un intento en algunos textos pero sin conseguirlo. Marta D. Riezu Leer este ensayo de Marta Riezu es como pasear de la mano de una persona con infinita curiosidad por el mundo que la rodea. Agua y jabón es un recorrido cultural por decenas de anécdotas, lugares y personajes que abren al lector muchas posibilidades. Me ha gustado mucho, por lo que he aprendido, por lo que he conocido a la autora y por las ventanas que me ha abierto sobre distintos intereses que esconde esta elegancia involuntaria que es este libro. Marta D. Riezu Agua y jabón té un munt de coses bones, especialment perquè la brillant Marta D. Riezu té una increïble riquesa de referents en els àmbits del disseny i de la moda, així com en el món de la música. Sempre la llig amb el mòbil a mà per buscar noms a Wikipedia, i això m'encanta. Es podria dir que, en aquest aspecte, Riezu és molt generosa. També té moments dolcíssims, molt personals, que m'han sorprés. A més a més, Riezu és una gran narradora, llegir-la sempre és plaent i fàcil --és, després de tot, periodista--, i en aquest assaig potencia molt el seu sentit de l'humor, mai massa evident, un dels trets que trobe més destacables de la seua prosa.

Igualment, he de dir que Agua y jabón no m'ha encantat. No puc superar la repel·lència que me desperta l'única màxima amb la qual es pot resumir el llibre: si és humil, auster i amb vibes postguerra, és millor. Em fa arrufar el nas veure que algú eleva massa la puresa i honradesa de la vida working class. A més a mes, m'han expulsat molt els moments d'esnobisme (rars, tot s'ha de dir!) que he trobat.

Me posaré filològica un minut i afegiré que no cal abusar de les oracions nominals perquè acabes per no dir res de valor. Marta D. Riezu

REVIEW ¾ TEXASBEERGUIDE.COM Ð Marta D. Riezu

Agua